Esperemos que el conflicto generado por la oposición al proyecto minero Conga tenga cura. Por lo menos hay dos religiosos, Miguel Cabrejos y Gastón Garatea, como actores claves para retomar el diálogo que debe solucionar esta complicada coyuntura que vive Cajamarca y que repercute en el Perú. Es curioso ver religiosos presentes en este problema, como si se tratará de exorcizar a poseídos o quizá por el temor que se repita la historia de Atahualpa en Cajamarca, ¿Gregorio Santos botará la Biblia?
Todo el país ve con expectativa lo que sucede en Cajamarca. Algunos toman parte,
otros apuestan por el diálogo y el entendimiento casi milagroso. Sin embargo, todos
sin excepción confiamos en una solución inmediata, pues el costo social, económico
Cabrejos y Garatea tienen un gran reto: lograr la concertación. Muchos confían en
que San Martín de Porras –el santo de la concertación- pueda guiarlos con su
ejemplo de sentar alrededor de un mismo plato a perro, gato y ratón.
Siguiendo con temas religiosos, la parábola del buen samaritano también ayudaría.
En el conflicto de Conga es importante recordar que entre hombres no debe hacerse distinciones, respetar al prójimo marcaría la diferencia en un proceso de diálogo que
Otras pautas configuran que debe aceptarse a los interlocutores escogidos, buscar el consenso y desmenuzar cada uno de los puntos discordantes; identificando intereses
y posiciones. Para que funcione se requiere voluntad, confianza y capacidad para
ceder. Éstos serían los requisitos mínimos para curar este mal.
Hay vidas humanas caídas de por medio, lamentablemente en conflictos como Conga siempre las hay, pasó en Tía María, Bagua, “Arequipazo”; ello demuestra que la forma
en gestionar los conflictos no es la más adecuada, necesitamos un sistema de alerta temprana, como lo tenemos en los cambios climatológicos, procedimientos que nos permitan actuar de manera rápida y preventiva, antes de que se incendie la pradera;
para ello el Estado además de diseñar ese sistema que articule los tres niveles de
gobierno, debe tener personal calificado (que además esté en el campo capacitando
a la población) y con compromiso para poder actuar de manera eficiente y decidida.
Niñas cabaninas
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